En una sociedad como la actual, en la que más que nunca nunca nuestro tiempo es oro, en la que vemos cómo pasan las horas casi sin darnos cuenta y en muchos momentos nos hace pensar en qué hemos empleado el tiempo, la gestión del tiempo es fundamental.
Reflexionando sobre la gestión del tiempo que he llevado a cabo durante toda mi vida, me doy cuenta de que en mi entorno familiar no he tenido seguramente una gestión del tiempo altamente eficaz. Tras independizarme, una de las cosas que más me llamaron la atención fue sin duda que me daba la sensación de tener más tiempo, mejor dicho, de que el tiempo del que disponía me cundía más.
Desde luego, el tiempo que pasamos solos es probablemente un tiempo más consciente. Quiero decir, que lo aprovechemos al máximo o lo desperdiciemos también al máximo, depende más de nosotros que de otras personas. Sin embargo, cuando realizamos tareas con otras personas (familia, amigos, trabajo...), la cosa cambia. Es fácil dejarnos llevar por las inmediateces y urgencias de los demás.
A partir de esa consciencia del tiempo, me comenzó a interesar informarme sobre la gestión del tiempo. Creo que es un aspecto de nuestra vida muy importante y que debería también tratarse en la escuela, facilitando herramientas y recursos a nuestros alumnos que podrán utilizar a lo largo de toda su vida en cualquier tarea que realicen.
A continuación os voy a hablar de la Ley de Parkinson. Una reflexión muy enriquecedora que podréis emplear con vosotros mismos primero para comprobar su eficacia y posteriormente adaptarla e incorporarla en el aula.
Esta ley se basa en que la percepción de una tarea crecerá en importancia y complejidad en función del tiempo asignado para su desempeño. Es decir, si disponemos de un plazo corto para finalizar una tarea, esta escasez de tiempo me forzará a concentrarme más en llevarla a cabo y realizaré únicamente lo que es necesario en su ejecución. No me distraeré en los detalles, me centraré en lo esencial.
Como consecuencia, puedo establecerme a mí mismo plazos muy cortos para realizar determinada tarea para conseguirla realizar con la mayor eficacia posible y en la máxima gestión eficaz del tiempo disponible. Todo esto es producido gracias a que los plazos cortos me provocan estar en la máxima concentración, y es ésto lo que me lleva a la máxima productividad.
Yo misma lo he llevado a cabo al escribir este post, y es asombroso. Os animo a practicarlo en vosotros mismos y en vuestra vida laboral.
Para los profesionales de la educación, pongo en común esta iniciativa que se me ocurre para el aula y que podréis adaptar a vuestro grupo-clase. Espero que os sirva:
PROPUESTA PARA EL AULA
1.Indicar a nuestros alumnos que van a realizar una tarea determinada (por ejemplo una serie de sumas, restas, divisiones... en función del nivel de conocimientos de los alumnos).
2.Informamos a los alumnos de que van a disponer de un tiempo determinado para llevar a cabo esa tarea (por ejemplo, 15 minutos, o un tiempo oportuno en el que seguro que pueden llevarla a cabo con bastante tranquilidad).
3.A continuación, les comunicamos que van a llevar a cabo la misma tarea pero en esta ocasión en un tiempo más limitado, por ejemplo, 5 minutos, o un tiempo en el que deberían tener la máxima concentración para llevarla a cabo en tiempo.
4.Reflexionar con ellos sobre qué ha pasado en ambos momentos, en cuál se han sentido más cómodos, cuál creen que ha sido el momento más efectivo, etc.
Reflexionando sobre la gestión del tiempo que he llevado a cabo durante toda mi vida, me doy cuenta de que en mi entorno familiar no he tenido seguramente una gestión del tiempo altamente eficaz. Tras independizarme, una de las cosas que más me llamaron la atención fue sin duda que me daba la sensación de tener más tiempo, mejor dicho, de que el tiempo del que disponía me cundía más.
Desde luego, el tiempo que pasamos solos es probablemente un tiempo más consciente. Quiero decir, que lo aprovechemos al máximo o lo desperdiciemos también al máximo, depende más de nosotros que de otras personas. Sin embargo, cuando realizamos tareas con otras personas (familia, amigos, trabajo...), la cosa cambia. Es fácil dejarnos llevar por las inmediateces y urgencias de los demás.
A partir de esa consciencia del tiempo, me comenzó a interesar informarme sobre la gestión del tiempo. Creo que es un aspecto de nuestra vida muy importante y que debería también tratarse en la escuela, facilitando herramientas y recursos a nuestros alumnos que podrán utilizar a lo largo de toda su vida en cualquier tarea que realicen.
A continuación os voy a hablar de la Ley de Parkinson. Una reflexión muy enriquecedora que podréis emplear con vosotros mismos primero para comprobar su eficacia y posteriormente adaptarla e incorporarla en el aula.
Esta ley se basa en que la percepción de una tarea crecerá en importancia y complejidad en función del tiempo asignado para su desempeño. Es decir, si disponemos de un plazo corto para finalizar una tarea, esta escasez de tiempo me forzará a concentrarme más en llevarla a cabo y realizaré únicamente lo que es necesario en su ejecución. No me distraeré en los detalles, me centraré en lo esencial.
Como consecuencia, puedo establecerme a mí mismo plazos muy cortos para realizar determinada tarea para conseguirla realizar con la mayor eficacia posible y en la máxima gestión eficaz del tiempo disponible. Todo esto es producido gracias a que los plazos cortos me provocan estar en la máxima concentración, y es ésto lo que me lleva a la máxima productividad.
Yo misma lo he llevado a cabo al escribir este post, y es asombroso. Os animo a practicarlo en vosotros mismos y en vuestra vida laboral.
Para los profesionales de la educación, pongo en común esta iniciativa que se me ocurre para el aula y que podréis adaptar a vuestro grupo-clase. Espero que os sirva:
PROPUESTA PARA EL AULA
1.Indicar a nuestros alumnos que van a realizar una tarea determinada (por ejemplo una serie de sumas, restas, divisiones... en función del nivel de conocimientos de los alumnos).
2.Informamos a los alumnos de que van a disponer de un tiempo determinado para llevar a cabo esa tarea (por ejemplo, 15 minutos, o un tiempo oportuno en el que seguro que pueden llevarla a cabo con bastante tranquilidad).
3.A continuación, les comunicamos que van a llevar a cabo la misma tarea pero en esta ocasión en un tiempo más limitado, por ejemplo, 5 minutos, o un tiempo en el que deberían tener la máxima concentración para llevarla a cabo en tiempo.
4.Reflexionar con ellos sobre qué ha pasado en ambos momentos, en cuál se han sentido más cómodos, cuál creen que ha sido el momento más efectivo, etc.
