No te subas al sofá, no saltes en la cama, no pegues a tu
hermanx, no andes descalzx, no llores, no grites…posiblemente no nos demos
cuenta de ello, pero es fácil estar todo el día diciendo a un niñx que no haga
tal o cual cosa con el NO siempre en la frase.
Posiblemente no te hayas dado cuenta, pero en muchos casos
es así. Proponemos leer de nuevo la primera oración de este artículo, pero
pensando en que te lo están diciendo a ti mismx…¿qué sientes?. Puedes imaginar
cómo se sienten lxs más pequeñxs de la casa cuando están recibiendo esos
mensajes durante 24 horas al día, los 7 días de la semana…
Solo para hacer la prueba, intenta observar cuántas veces le
dices “no” a tu pequeñx durante un rato.
Quizás baste solo unas horas para darte cuenta horrorizadx de que es más
habitual de lo que esperabas.
No te preocupes, es normal, la mayoría de nosotrxs hemos
sido educadxs de esa manera, con esos mensajes, y lo que hacemos es
reproducirlos de manera inconsciente, sin pararnos a pensar en las
consecuencias de esas fórmulas tan sutiles.
¿Quieres mejorar la comunicación con un niñx? (me atrevería a decir que también funciona
con lxs adultxs), pues creo que hay dos pasos sencillos, aunque requieren
constancia, para poder mejorar ,y mucho, los diálogos.
1.En primer lugar casi lo hemos dicho ya. Debemos ser
conscientes de cuánto utilizamos el “no” en nuestros mensajes. No hay otro
camino, para querer mejorar como persona, profesional, padre o madre, es
necesario saber de dónde partimos. Y para ello no hay mejor técnica que la
observación. Si ves que te cuesta prestar atención a tus diálogos en el día a
día, puedes ayudarte de una grabadora (todos tenemos una en el móvil). Puedes
grabarte hablando con lxs niñxs y después, en soledad, repasar esas palabras
que has lanzado. No es una herramienta para torturarse, ni para sentirse
culpable, es simplemente para usarla como diagnóstico.
2.Enhorabuena, ya tienes más del 50% hecho. Ahora toca tomar
acción. Elige algunos de los mensajes que sueles lanzar repetidamente, cuando
pones un límite por ejemplo, y piensa tranquilamente cómo puedes transmitir la
misma idea sin recurrir a la palabra “no”. Tómatelo casi como un juego, como si
fuera una “palabra prohibida”. Te propongo algunas ideas para las órdenes que
hemos dado en el inicio del artículo:
-No te subas al sofá: podemos sentarnos en el sofá, el sofá
está para sentarse, si saltamos sobre el sofá podemos estropearlo.
-No saltes en la cama: usamos la cama para dormir, la cama está
preparada para tumbarse en ella. Si necesitas saltar puedes hacerlo en otro
sitio (ofrecer alternativas).
-No pegues a tu hermanx: puedes hablar con tu hermanx, él
entiende tus palabras. Aquí si podemos decir un “no” rotundo, algo como: “no te
voy a dejar que hagas daño a nadie”. La idea es no abusar del no, para que
cuando sea realmente necesario genere más impacto.
-No andes descalzo: me preocupa que te puedas hacer daño en
el pie, recuerda proteger tus pies, cuida tus pies.
Desde luego, éstas son solo algunas sugerencias pero te
recomiendo que las adaptes a tu lenguaje habitual. Esto no va de hablar ahora
como si fueses otra persona, porque va a ser muy raro para ti y para lxs niñxs
a los que te dirijas.
Parece, seguramente, una nimiedad pero ya supone una semilla
que generará un gran cambio tras un tiempo de práctica. Y lo mejor de todo es
que en poco tiempo el niñx utilizará los mismos mensajes para hablar contigo porque, no lo olvidemos,
somos sus modelos a seguir.
Ánimo con el cambio!!