Uno de los aspectos que desde Aprendiendo Educación nos parece más importante a la hora de acompañar a un niño o niña en su aprendizaje es la revisión de uno mismo como persona que tiene ese rol. Y ese rol se puede adquirir no solo como profesional de la educación, sino también como madre, padre, abuel@, prim@, etc.
Si pensamos durante unos instantes si ha habido algún momento en nuestras vidas en el que hayamos tenido a cargo por algún motivo a una criatura, seguro que se nos viene a la cabeza unos cuántos. Y os podemos asegurar que en lo que os queda de vida, esperemos que sean muchos años, seguramente os veréis en más de una ocasión ocupándoos de un niño o niña aunque sea momentáneamente y de manera muy temporal.
Solo por este hecho, merece la pena reflexionar sobre cómo acompañar a l@s niñ@s para ser lo más respetuos@s posible con su persona y su desarrollo sin olvidar establecer los mínimos límites que requiere la infancia para que su desarrollo sea positivo. Todo ello supone un reto pero también una bonita experiencia de aprendizaje para l@s adult@s que muchas veces no disfrutamos.
Un aspecto muy importante es permitir al niñ@ que lleve a cabo su actividad espontánea, dejarle que pueda escuchar a su interior lleno de pureza a estas edades para que lleve a cabo aquellas actividades que desee. Con esto no queremos decir que haga “lo que le dé la gana”, sino que nosotros seremos los que le ofrezcamos todas las medidas, materiales, situaciones…posibles para que lleve a cabo lo que realmente le apetece con seguridad para sí mism@, para l@s demás y para los objetos. Si observamos esa actividad espontánea con detenimiento nos daremos cuenta de cuáles son los intereses de esa criatura y a través de ellos podremos posibilitarle otros aprendizajes más complejos, resultándole de ese modo mucho más atractivos.
Podemos poner varios ejemplos de esto. Un niñ@ puede sentirse atraído por recortar cosas, por lo que decide coger unas tijeras y comenzar a cortar todo lo que tiene a su alcance. Si esas cosas que tiene a su alcance son las cortinas de casa o su propio pelo, lo hará con ello, porque siente una necesidad interna que va más allá de la capacidad de razonamiento de ese pequeño ser que se encuentra en desarrollo aun. Para que pueda entender que esas cortinas cuestan un dinero y un esfuerzo de su familia pasará aun mucho tiempo, casi cuando viva en primera persona la primera experiencia laboral. Así que por más que le expliquemos, su comprensión de la situación será seguramente parcial. Sin embargo, si el niñ@ encuentra a su alcance distintos materiales preparados con líneas de puntos para recortar, tales como telas, papeles de distintos tamaños y texturas, etc. la criatura podrá desarrollar esa habilidad (que le prepara indirectamente para otros muchos aprendizajes posteriores o simultáneos) de forma segura y además podremos observar unos ratos de atención y concentración muy largos a pesar de que cuente con pocos años de edad.
Otro ejemplo lo observamos cada vez que un adult@ dice a un niñ@ que no grite. Con este mensaje no estamos dejando dar salida a su impulso de sacar esa emoción de enfado o frustración tan grande que puede tener por el motivo que sea. Al adult@ el grito le remueve, le crispa, le enfurece…el grito y el llanto están hechos en realidad para eso, para llamar la atención porque algo no va bien. En lugar de enseñarle a reprimir esas emociones, a no expresar y que eso se convierta con el tiempo en problemas emocionales más serios o incluso en problemas físicos, permitamos que el niñ@ exprese, quizás al principio a través del grito, démosle otros recursos para canalizar y sacar fuera de su pequeño pero gran cuerpo esa emoción, pongamos nombre a ese sentimiento y una vez más calmados, ayudémosle a averiguar por qué se ha producido, qué es realmente lo que le ha molestado, qué es lo que podría haber cambiado para no sentirse tan mal.
Y con ese acompañamiento respetuoso, como personas aprenderemos mucho también sobre nosotr@s mism@s. ¡Toda una experiencia!
