He de reconocer que llevo unos meses iniciándome en esto de aprender a hacer ganchillo o crochet. Comencé por un interés hacia una compi que llevaba unos jerseys y unos cuellos que me encantaban y ella me decía que se los había hecho ella. Me parecía increible que alguien con sus manos pudiese hacer algo tan bonito. Un día me ayudó a iniciarme con las cadenetas y los puntos básicos más sencillos y desde entonces no he parado. Siento que puedo crear algo precioso, con mis propias manos, poniendo toda la atención en ello, todo mi ser, casi como si se tratase de una meditación. Los resultados suelen ser espectaculares y si no lo son siempre puedes deshacer y volver a empezar. Lleva tiempo y esfuerzo, trabajo y dedicación, pero es fácil para mí encontrar un poquito de tiempo para ello porque mientras lo realizo me siento tan bien...que aunque tenga que deshacer la labor nunca tengo la sensación de que haya sido un tiempo perdido.
Por todo esto, llevo un tiempo pensando en que este estado tiene que ser muy beneficioso para los niños y las niñas. Antiguamente, en la época de nuestras madres y abuelas, aprender a coser era una de las cosas que se enseñaban en la familia de madres a hijas e incluso en aquellas primeras escuelas que aceptaban a alumnas en sus aulas. Siempre se ha asociado la costura a una tarea femenina y eso ha traído implicaciones. En mi caso, mi madre y mi abuela siempre han estado cosiendo, tejiendo, etc. a mi alrededor y yo nunca me he sentido especialmente atraída por ello. Algo hice en mi infancia con punto de cruz y con agujas de punto pero de ahí no pasé. Creo que siempre he pensado en mi inconsciente que como era una labor doméstica de mujeres debía rechazarla y buscar mi desarrollo profesional fuera de la casa, como un hombre, para demostrarme que puedo ser autónoma. En fin, un montón de prejuicios...
Cuando me topé con un material en el que se cosía en mi formación Montessori, la cosa cambió. Me topé de frente con ello, de repente era útil, necesario y tenía beneficios...y si nos ponemos a pensar un poco, saber coser, arreglar o incluso crear tus propias prendas de vestir te puede llegar a dar mucha autonomía.
Así que, por todo esto, he comenzado a sumergirme en el mundo del crochet y me gustaría seguir investigando sobre los beneficios, técnicas y propuestas o actividades para las criaturas. Al fin y al cabo, no olvidemos que el máximo objetivo de la escuela debe ser... EDUCAR PARA LA VIDA.
Comparto un vídeo de Tamara Chubarovsky en el que se enseña a tejer con los dedos, por si os animáis a intentarlo con l@s peques.