8 consejos para tener una comunicación sana y respetuosa con tu hijo o alumno

 


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Hablar a los niños de manera respetuosa es fundamental para mejorar su bienestar emocional y fortalecer su desarrollo personal. Tanto en el hogar como en el entorno educativo, es importante establecer una comunicación basada en el respeto mutuo. A continuación, daremos algunas pautas para conseguir que la comunicación sea lo más positiva posible.


En primer lugar, la comunicación no solo se reduce a las palabras que decimos, sino que comunicamos con todo nuestro cuerpo, nuestros gestos, nuestra mirada, nuestra postura...Un signo que el niño recibirá de manera positiva es bajarnos a su altura cuando vayamos a hablar con él o ella. De esta manera, aumentará el contacto visual y conseguiremos mayor atención por su parte.


Por supuesto, en segundo lugar pero tan importante o más que el primer aspecto, es el de centrarnos en la criatura, olvidarnos de otras tareas que pueden esperar a que teminemos la conversación. En esta línea son buenas acciones retirar el móvil y sus notificaciones de la vista o el oído, apagar la televisión o retirar la comida del fuego momentáneamente si la ocasión lo requiere.


En nuestra conversación con una criatura debemos dejar de lado las manipulaciones o chantajes, así como los premios o castigos. Si queremos que las criaturas aprendan a ser responsables de sus actos, deben conocer las consecuencias lógicas de éstos. No sirve de nada sufrir castigos o tener premios que en la mayoría de las ocasiones no tienen nada que ver con los actos que han realizado.


No abusar de la palabra NO es importante para que siga teniendo significado. Cuando una palabra se repite muchas veces, es inevitable que pierda su significado. Nos debemos reservar esa palabra para cuando sea estrictamente necesario, cuando queramos enfatizar algo. Por ejemplo, cuando está haciendo daño a alguien o a sí mismo.


Pero, y entonces...¿cómo podemos decirles que lo que están haciendo está mal?. Pues para poner límites o recordárselos, usamos frases en positivo. Sustituiremos así frases como "no hagas esto" por frases como "usamos las sillas para sentarnos", "cuidamos los muebles o los materiales", "antes de hemos escuchado, ahora es turno de..." o "vamos andando" (en un espacio en el que no podemos correr).


Uno de los requisitos fundamentales para tener una comunicación sana es, sin duda, la escucha activa. El interlocutor sabe perfectamente por nuestros gestos y nuestra actitud si le estamos escuchando o no, aunque tenga 6 años de edad. Permitir que se expresen y dar nuestra opinión mostrando que les hemos escuchado, son prácticas que benefician la conversación y el vínculo.


Nuestro escaso conocimiento del desarrollo infantil a veces nos hace caer en el error de hacer bromas, usar el sarcasmo o la ironía con una criatura. Gran error. En la mayoría de los casos, la criatura no lo entiende porque su desarrollo cognitivo no le permite aún entenderlo, especialmente si el niño o la niña es de corta edad. Al no comprenderlo, pueden pensar que nos estamos riendo de ellos o que estamos mostrando nuestra superioridad. Pueden llegar a sentirse incluso humillados. A veces podemos caer en el error sin darnos cuenta, si vemos que la criatura pone cara de no estar entendiendo lo que estamos hablando, podemos decir: "lo siento, era solo una broma" o algo similar que le quite peso al asunto.


Ante un problema o conflicto, la meta máxima debe ser la de llegar a un acuerdo para que todas las partes implicadas se sientan mejor. Para que un vínculo sea sano, es indispensable tomar acuerdos en los que se tenga en cuenta a las criaturas también, sobre todo si están implicadas directamente. Es cierto que según la edad podrán estar en mayor o menor medida afectadas y ser más o menos conscientes del problema y de la solución, pero deberán ser tenidas en cuenta.


Y por último, pero uno de los aspectos quizás más importantes, es la validación de las emociones de la criatura. Que juzguemos sus emociones, que las menospreciemos o que incluso las rechacemos (el famoso "no hay que llorar" o "venga, que no es para tanto" ha hecho y sigue haciendo mucho daño). Cuando la criatura estalla emocionalmente es cuando más nos necesita, cuando más necesita una figura adulta paciente que de estabilidad y sepa cómo gestionar aquello. No necesita gritos ni más estallidos emocionales.


En resumen, nuestra comunicación dice mucho de nosotros como persona, de nuestro recorrido y de nuestro trabajo personal. Para colocarnos con paciencia y estabilidad ante una criatura es indispensable nuestro autocuidado, que sirve para ofrecer al niño o niña la mejor versión de nosotros mismos. Así seremos ejemplo de aprendizaje, mientras seguimos aprendiendo junto a los más peques.




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