Cuida a tu peque, cuidándote tú


 Imagen de prostooleh en Freepik

¿Alguna vez has escuchado que todos tenemos un niño dentro?

Pues sí, así es. El problema es que con la edad, los problemas del día a día, los convencionalismos sociales, el qué dirán, nuestras corazas, las responsabilidades, las prisas...se nos pierde de vista el niño o niña. 

"si dejásemos escapar un poco más a nuestros niños interiores, entenderíamos mejor a los niños reales"

A veces sale, tímidamente, cuando empezamos a jugar con otros niños y niñas porque somos monitores, padres, madres, abuelos y abuelas o educadores. Entonces le dejamos salir un poquito, porque el resto de niños están pendientes del juego y no de juzgarnos por cómo corremos, si saltamos mucho o poco, si se nos alborota el pelo y demás mierdas adultas (uy, que se nos escapan nuestros niños al escribir, jeje).

Pues la noticia es que si dejásemos escapar un poco más a nuestros niños interiores, entenderíamos mejor a los niños reales. Porque todos hemos sido niños, pero se nos ha olvidado. Todos hemos llorado cuando se nos rompía nuestro juguete favorito, cuando se nos perdía esa pegatina que nos gustaba tanto o cuando te dejaban el último a la hora de elegir compañeros de equipo. 

"de nada le sirve a un peque que le digamos: no llores, que no es para tanto"

Con nuestro niño interior suelto, sabremos que de nada le sirve a un peque que le digamos: "no llores, que no es para tanto", "mira, tengo aquí otra cosita que te va a encantar" o "bueno, pues ahora voy a elegir yo los equipos".

Lo único que quiere ese niño frustrado, triste u olvidado posiblemente es que estés con él, que le des un abrazo, que le acompañes en su sufrimiento, que le permitas expresarse por lo menos, y después, pasado el momento, que le muestres cómo buscar opciones y alternativas a aquello que le hace sentir mal.

"estos detalles marcan la diferencia en el acompañamiento a la infancia"

¿Y qué cosas puedes hacer para acompañar a tu peque mientras te cuidas y sanas tu niño interior? Pues aquí van unas cuántas...

A. Cuando tu peque llora, acercarte y decirle: ¿quieres que esté contigo? ¿cómo te puedo ayudar? ¿quieres un abrazo?.

B. Si has hecho o dicho algo que a tu peque no le ha gustado, hay una fórmula mágica que siempre sienta bien: "lo siento". A los niños y niñas también se les puede (y se les debe) pedir perdón.

C. Si notas que la situación te supera, no puedes con ello, estás a punto de lanzar un grito (sabiendo que no es manera de educar), notas cómo el calor te va subiendo a la cabeza, todo el cuerpo en tensión...respira hondo y dile: "me estoy agobiando, necesito unos minutos". Cierras los ojos. Los abres, la cosa ha cambiado. 

"cuanto más repitas una palabra, menos atención se la presta"

D. Cuando estás harto de repetir una y otra vez lo mismo. Respira hondo. Bájate al nivel del peque, busca contacto visual a través de su mirada, tómale las manos si lo tolera (pregúntale antes si no tienes mucho vínculo aún). Y dile: "te he dicho esto muchas veces, no me gusta que no me escuches, yo te escucho siempre (ésto debe ser verdad, claro)". 

E. Evita el "no". Cambia el "no hagas esto", "no pegues", "no te subas aquí". Esto te enfada y no lo escucha. Cuanto más repitas una palabra, menos atención se la presta. Cambia a "puedes hacer esto otro", "usamos las palabras" o "cuidamos esto". 

Lo mejor de todo es que todos estos detalles marcan la diferencia en el acompañamiento a la infancia, demuestran un autocontrol emocional que no nos han enseñado de peques. Lo hemos adquirido con la experiencia, a lo largo de la vida, y seguimos en ello. Así somos ejemplo, con nuestros aciertos, nuestros errores, y nuestras criaturas lo ven, lo sienten, lo integran y lo incorporan. Así llegarán a ser mejor personas, con mejores habilidades emocionales y sociales, personas 5.0.


Comentarios

Entradas populares