¿De verdad quieres que tu hijo o hija sea obediente?



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Una niña llega del colegio a casa. Su madre le recuerda dónde debe dejar su mochila y que no olvide cambiarse los zapatos. Es el momento de merendar, lo tiene todo preparado en la mesa. 


Tras la merienda, su padre le dice que debe hacer sus deberes ahora. La niña acata agachando la cabeza, aunque en realidad lo que le apetece es ir al parque pero ni siquiera lo expresa porque sabe que no va a haber negociación.


"La niña es muy obediente, no nos podemos quejar"


Y así suceden los días y los meses, sin conflictos. "La niña es muy obediente, no nos podemos quejar". Es una frase que repiten sus padres a menudo cuando escuchan las duras peleas de palabras y las pataletas de los hijos de sus amigos. 


Suena idílico, ¿verdad?...¿o quizás no?. Cuando la criatura es pequeña parece que su obediencia es positiva. La convivencia es fácil, no hay conflictos o son pocos y ligeros. La crianza no es tan intensa como otros casos cercanos. 


Y cuando llega la adolescencia pueden pasar varias cosas. Duante la primera infancia el adulto es un referente, se le suele admirar, es alguien a quien imitar, se le tiene en cuenta. Sin embargo, con la adolescencia ese referente pasa al grupo de iguales y surge el rechazo a la figura adulta, en mayor o menor medida.


"Una criatura acostumbrada a acatar las normas sin rechistar, no las cuestionará".


Y ahí está el problema. Una criatura acostumbrada a acatar las normas sin rechistar, no las cuestionará. Cumple y es obediente el resto de su vida...¿y a quien obedecerá?.


Pues obedecerá a su jefe o jefa cuando le diga que se tiene que quedar más horas a pesar de ser el cumpleaños de su hijo o hija, obedecerá a ese colega que le dice que pruebe esa sustancia que le hará volar o a esa pareja tóxica que le manipulará a su antojo usando el chantaje emocional.


"Para evolucionar, como personas y como sociedad, necesitamos preguntarnos el por qué de las cosas".


Para evolucionar, como personas y como sociedad, necesitamos cuestionarnos lo establecido. Preguntarnos por qué hacemos lo que hacemos, las consecuencias que tiene y qué otras opciones hay. Necesitamos tener pensamiento crítico, y para eso hay que tener oportunidades y estimulación, desde pequeños. 


¿Y qué podemos hacer para que nuestra criatura o nuestro alumnado tenga una mente despierta? Ahí van algunas ideas:

1. Ser ejemplo. ¿Te cuestionas y luchas por un mundo mejor o sigues haciendo lo que la mayoría? Si estás leyendo esto seguramente sea por algo.

2. Pregúntale por qué. Anímale a que piense si le gusta o no lo que hace, lo que sucede alrededor, lo que hacen otras personas que está viendo. 

3. Hazle partícipe de las decisiones. Acércale al concepto de lo que es un proceso democrático. Que intervenga en las normas de casa o del aula, haced pequeñas asambleas donde se lleven los problemas, se piensen posibles soluciones y se voten por mayoría las actuaciones a seguir.


La sociedad está cambiando, y es necesario que cambie, porque hay cosas que llevamos haciendo mucho tiempo y estamos viendo que no funcionan. Para evolucionar y llegar a una sociedad mejorada, la única opción está en las nuevas generaciones. Sé agente del cambio. 




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