Hasta que hemos tenido los primeros contactos sociales con
mascarilla no había caído en la cuenta de que nuevo accesorio impide y
distorsiona nuestra comunicación. En una de las conversaciones que he tenido
con personas desconocidas, me he dado cuenta de que la otra persona no estaba
captando mi tono y era a causa de no ver la totalidad de mi rostro por la
mascarilla que llevábamos ambas.
Efectivamente, podemos escuchar las palabras que decimos y
nos vemos los ojos y la frente. Sin embargo, a causa de la mascarilla, tapamos
gran parte de información del emisor/receptor: la boca. Y este aspecto toma un
cáliz infinitamente mayor en personas con dificultades auditivas.
Creo que la mascarilla da impersonalidad, es algo que
aparentemente parece neutral. Suelen ser blancas y azules (colores que dicen
mucho más de lo que creemos, si quieres saber más sobre lo que transmiten los
colores no te pierdas mi post: “Los efectos de los colores”). Sin embargo,
todxs tenemos en nuestro subconsciente que la mascarilla es sinónimo de
hospitales, enfermedad, etc. Cada vez que vemos una (y recientemente es
obligatorio que las llevemos tanto en espacios cerrados como abiertos),
inevitablemente recordamos esta situación dramática que estamos viviendo.
Mi inquietud es mayor al pensar cómo va a producirse desde
ahora la comunicación con las criaturas con las que trabajo, y desde hace unas
semanas me lleva rondando la cabeza cómo hacer para que, siguiendo las
indicaciones en materia de seguridad de las autoridades, la relación y vínculo
se vean lo menos resentidos posible.
Y he llegado a la conclusión de que se puede hacer mucho al
respecto, con pequeñas variaciones y tomando consciencia del proceso
comunicativo. La mascarilla es una medida de seguridad necesaria y debemos
usarla por todxs, para no contagiarnos ni contagiar. No obstante, hay muchas
cuestiones que podemos contemplar, pequeños detalles que, como siempre, marcan
la diferencia.
Algunos detalles para mejorar la comunicación a pesar de la
mascarilla que se me ocurren pueden ser:
1.Hay cubre
mascarillas que pueden colocarse sobre las mismas y tienen motivos
estampados, decorativos, o simplemente otros colores menos habituales. Se están
convirtiendo en otro complemento más, susceptible de ser modificado en diseño.
Son efectivos porque debajo se encuentra la mascarilla en sí, pero la imagen
que damos es otra. Muy recomendables especialmente si trabajamos con niñxs, ya
que la mascarilla está impactando mucho en la infancia.
2.Al hablar, intentar gesticular
más con otras partes de nuestro cuerpo, por ejemplo las manos. Algunos
gestos que apoyan nuestro discurso son:
-Manos juntas en señal de oración
(para pedir disculpas o por favor).
-Aplaudir con ambas manos (para
mostrar alegría).
-El pulgar hacia arriba (para
reforzar la idea de estar de acuerdo con algo).
3.Que las criaturas nos
vean colocarnos la mascarilla, ofreciendo una imagen de nuestro rostro
durante un momento, simplemente para que vean que debajo sigue nuestra cara.
Esto quizás sea poco efectivo con lxs niñxs más pequeñxs, que aún no han
conseguido la permanencia del objeto, pero creo que se debería seguir haciendo
de igual manera. Incluso cada cierto tiempo y con la distancia social oportuna,
descubrirnos y mostrar que continuamos siendo nosotrxs.
4.Debido al obstáculo que supone la mascarilla en nuestra
boca, lxs demás escuchan menos nuestra voz. Eso hace que la elevemos y tendemos a hablar en un tono más elevado.
No debemos olvidar que lxs que trabajamos con niñxs, debemos cuidar nuestra voz
por varios motivos: el primero, que no se vea afectado el “clima de aula” (se
han hecho estudios sobre cómo afecta gritar en el cerebro del niño, y
precisamente no es en positivo). El segundo motivo, es por cuidarnos a nosotrxs
mismxs. Debemos recordar que la voz es nuestra herramienta de trabajo
fundamental.
5.Para evitar malos entendidos, deberemos utilizar más palabras que expliquen lo
que antes emitíamos con nuestros gestos (y que seguimos emitiendo, pero ahora
quedan ocultos). Poco a poco, iremos siendo cada vez más conscientes de qué es
lo que la persona que tengo frente a mí está viendo de mi rostro. Lo que no ve,
se lo tendré que expresar con palabras si quiero que la comunicación sea lo más
adecuada posible y no haya malentendidos. Con la práctica, poco a poco iremos
mejorando en el arte de cómo expresar
con palabras una sonrisa.
6.Para comprender mejor a la otra persona y no pensar gestos
de ella que no está haciendo, podemos fijarnos mucho en la parte del rostro que
estamos viendo. La mirada expresa, y
mucho. Por ejemplo, cuando sonreímos, la piel de los extremos de los ojos se
arruga.
Seamos entonces conscientes de nuestro proceso comunicativo,
aunque éste cambie, depende de cada unx de nosotrxs que éste se siga
produciendo de la mejor manera posible.
Aprovecho la ocasión para recordar nuestro papel en el
mundo, por favor, en nombre de este nuestro planeta, desechad las mascarillas responsablemente. GRACIAS
¡Nos leemos pronto!