Hay un aspecto en el que ponía énfasis María Montessori, algo que llamaba "el trabajo espiritual del guía" (el docente). Ponía sobre la mesa que uno de los deberes que tenía que hacer el docente era su propio trabajo espiritual para presentarse ante la criatura en su mejor versión.
Somos cuerpo y mente, está claro. Pero es que también somos alma, tenemos una dimensión espiritual que también debemos cultivar (del mismo modo que hacemos ejercicio físico y mental). Pero...¿cómo se hacen ejercicios espirituales?
Histórica y tradicionalmente se han venido encargando de ello las distintas religiones, aunque en estos casos suelen ir ligadas a un discurso de fe con el que algunas personas no se identifican. Por este motivo, hemos relacionado la espiritualidad con la religión y esto ha hecho que muchas personas que han rechazado la cuestión religiosa hayan rechazado también, sin darse cuenta, su dimensión espiritual.
Necesitamos recuperar esa faceta espiritual que tenemos todas las personas e incluso intentar desarrollarla también en l@s más peques. Es un carácter humano que no debemos perder, especialmente en estos tiempos en los que parece que lo humano se diluye entre tanta tecnología.
Además, uno de los secretos que esconde la espiritualidad es que es clave su cultivo para gozar de un estable bienestar psíquico. Bajo nuestro punto de vista, psicología y espiritualidad van de la mano.
Para iniciarse en el trabajo con la espiritualidad hay muchos caminos. Uno de ellos es el yoga, que ya lo hemos tratado en este blog con posts como éste.
Otro camino es el Hoponopono. Una técnica de origen hawaiano basada en principios como que todo lo que existe forma una unidad, todo está ligado entre sí, o como que el mundo exterior es un espejo de lo que ocurre en nuestro mundo interno.
Dentro del Hoponopono hay lugar para los mantras, que son palabras que al pensar o decir nos aportan una vibración especial. Son usados en tradiciones orientales como la budista, pero quizás los rezos de otras religiones como la católica también puedan considerarse mantras. No cabe duda de que son palabras especiales o mágicas (y así se les puede llamar a los mantras si queremos trabajar este aspecto con peques). El mantra más famoso del Hoponopono es: LO SIENTO, PERDÓNAME, GRACIAS, TE AMO. Estas palabras simplemente pronunciadas, cantadas o escritas, nos aportan beneficios mentales, emocionales y espirituales.
Si no te crees el poder de las palabras, puedes echar un vistazo al trabajo de Masaru Emoto con el agua y cómo le afectan las palabras (recordemos que nuestro cuerpo tiene un alto porcentaje de agua).
Para que nuestras criaturas (y nosotr@s) puedan ver los efectos de las palabras, podemos hacer con ellas un experimento muy visual y sencillo. Consiste en poner dos macetas en el mismo lugar, donde les de igual sol, igual sombra, etc. En cada una poner tierra y una semilla dentro de ella (puede ser un simple garbanzo o lenteja, un geranio u otra planta que queráis). En una de las macetas escribir palabras positivas como amor, libertad, calma...y en la otra negativas como odio, ira, miedo... Por último, regar y cuidar de la misma manera. Otra variante es colocarlas en distintas habitaciones con similares condiciones de luz y decirles palabras positivas a una y negativas a la otra. Al cabo de unos días se verán notables diferencias en los resultados...