Se promueve el desarrollo de la motricidad global del niño teniendo como referencia los siguientes elementos:
Cambios de posición o de postura.
Mantenimiento de una posición estática (ej. postura ventral, de rodillas erguido, sentado, de pie, etc.).
Desplazamiento corporal (vueltas alternas, reptar, gatear, andar…).
A través de estos elementos, son tenidas en cuenta las siguientes fases del desarrollo motor:
Pasa de la posición dorsal a la de costado y vuelve a la posición inicial.
Se vuelve, tumbado hacia abajo.
Pasa de la posición ventral a la dorsal (con vueltas alternas).
Repta sobre el vientre.
Gatea.
Se sienta (está sentado y vuelve a tumbarse).
Se arrodilla erguido (se sostiene sobre las rodillas, vuelve a colocarse a gatas o se sienta).
Se pone de pie (se sostiene de pie y se pone de nuevo a gatas o se sienta).
Comienza a andar sin sujetarse.
Marcha estable, el niño la utiliza diariamente para desplazarse.
Las fases 1, 2, 3, 9 y 10 se manifiestan regularmente en el orden cronológico enumerado. El orden cronológico de las fases 4, 5, 6, 7 y 8 no es siempre el mismo pero todas se manifiestan después de la 3 y antes de la 9. La fase 7 precede siempre a la fase 8, las fases 5 y 6 se producen aproximadamente en la misma época.
Algunos conceptos e ideas clave del enfoque Pikler que creemos importante tener en cuenta en nuestro día a día del ambiente de Nido son:
Procurar espacios adecuados y accesibles para un movimiento libre, autónomo y seguro, del niño.
Ofrecer objetos variados para la manipulación y estimulación sensorial que puedan tomar por sí mismos sin ayuda adulta, próximos a él y sin hallarse fijados.
El adulto no "enseña", ni fuerza o incita al niño a realizar determinados movimientos.
Colocar al niño en posición dorsal hasta que él pueda por sí mismo adoptar otra posición, tanto para el juego como para el sueño.
La persona adulta no ayuda a sentarse o ponerse en pie, ni sosteniéndolo de la mano ni por otros medios.
Favorecer el uso de ropa que facilite el movimiento libre del niño, flexible y no muy gruesa, que permita la movilidad de brazos y piernas.
Evitar inmovilizar al niño en cualquier posición.
Permitir la actividad espontánea, desplegada sin ayuda exterior.
Procurar la calma necesaria para el sueño y descanso.